Parte de la problemática económico-social-política que padecemos se sustenta en algo que en el fondo es muy simple de entender y que no es culpa de nadie, si nos olvidamos de las orejeras de la ideología. El propio desarrollo del sistema capitalista-tecnológico ha provocado una paradoja muy curiosa.
Por una parte, ha provocado un nivel de riqueza y bienestar nunca antes soñado en toda la historia de la humanidad. Por otra, esa riqueza y desarrollo se ha sustentado en la fuerza de trabajo de la clase media, cuya base primordial eran los trabajos mecánicos y repetitivos.
Hasta aquí todo bien. Pero la paradoja surge debido a la propia evolución del sistema: el desarrollo de la robótica. Todos aquellos trabajos repetitivos y mecánicos están siendo y serán fácilmente sustituidos por las máquinas, dejándonos espacio a los seres humanos espacio para cuestiones más creativas.
¿Cuál es el problema? Que nuestro funcionamiento económico se ha basado principalmente en ese desarrollo de la clase media a partir de trabajos que ya están obsoletos. Y así, en vez de echar la culpa a los ricos, al gobierno o al capitalismo, lo que deberíamos vislumbrar es que la economía se polariza debido a esta paradoja: el sistema empieza a soportar o bien trabajos de muy baja cualificación mal remunerados o, en el otro extremos, trabajos de muy alta cualificación muy bien remunerados.
El otro problema añadido es que nuestro sistema educativo está lejos de dar respuesta al cambio que estamos ya viviendo y que se acelerará en los próximos años. ¿Por qué? Simplemente, porque es un sistema que en su día daba respuesta a una necesidad que ya no está presente: el forma obreros especializados en aquellos trabajos mecánicos y repetitivos.
Es por ello que el sistema educativo clásico se ha caracterizado:
Trabajo especializado
Trabajo repetitivo y predecible
Memorizar datos
Obedecer ciegamente
Educar y pensar para ser empleado, no emprendedor.
Aunque esto ha podido tener su utilidad en un momento de la historia, también es cierto que nos han educado al revés de cómo funciona nuestra cabeza. En la manera más propia de una máquina. Ahora esto ya no es necesario, porque las máquinas nos sustituyen. Esto es una buena noticia. Una gran noticia. Porque podemos volver a dedicarnos a ser humanos otra vez. Y volver a educarnos en la manera en la que funciona nuestra cabeza.
Así el sistema educativo moderno debería contener lo que se nos da bien:
Se nos da bien crear cosas. Encontrar nuevas formas de hacer, cruzar cosas. En definitiva, la creatividad.
Lo impredecible. La improvisación y resolver problemas que surgen sobre la marcha.
Las emociones. Estas influyen directamente en el aprendizaje. Hay quien dice que sólo aprendemos cuestiones emocional. Esto nos lleva directamente al autoaprendizaje. Segur que si piensas en las cosas que más te apasionan, en gran parte las has aprendido solo.
También se nos da bien comprender y relacionar. Buscar conexiones. Cruzar datos.
Se nos da bien y es imprescindible para la supervivencia algo que no está muy de moda: El Pensamiento crítico y racional. Aprender a pensar debería ser asignatura obligada desde el colegio a la Universidad.
Se nos da bien ayudarnos. De hecho, hemos llegado hasta aquí gracias a la cooperación mutua. Todo lo que va en contra de esto, suele provocar el desastre.
Se nos da bien investigar, aprender de distintas formas, aprovechar las potencialidades.
Se nos da bien emprender, tomar acciones desde la libertad y desde la libertad de los otros. La fundamental elección y acción humanas.
¿Qué sistema educativo te gusta más? ¿Qué podemos hacer para cambiarlo?
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